La Parca debe morir
La Parca, un ser ancestral e indomable, había vagado por los senderos de la eternidad durante innumerables eras. Su figura esquelética y su presencia oscura llenaban de temor a todos los seres vivientes. Se decía que su única misión era segar las vidas de aquellos cuyo tiempo había llegado a su fin.
Sin embargo, había algo que la Parca nunca había experimentado: la sensación de la muerte en sí misma. A medida que pasaban los siglos, su curiosidad crecía y una pregunta inquietante ocupaba su mente: ¿qué sucedía cuando ella misma dejaba de existir?
Con la determinación de saciar su curiosidad, la Parca se embarcó en una búsqueda incansable en busca de respuestas. Consultó a antiguos oráculos, exploró los rincones más remotos del mundo y estudió los escritos más antiguos. Pero en todas partes encontraba la misma respuesta: la Parca era inmortal y su propia muerte era un misterio sin resolver.
En su viaje, la Parca llegó a un pueblo aislado en las montañas, donde conoció a una joven llamada Elena. Era una chica de espíritu valiente y una mente perspicaz. Elena se sintió cautivada por la presencia de la Parca y decidió ayudarla en su búsqueda. Juntas, emprendieron un viaje por tierras lejanas, enfrentando peligros y desafíos que solo fortalecían su determinación.
En su travesía, la Parca y Elena encontraron a ancianos sabios y criaturas místicas que les revelaron secretos ancestrales. Descubrieron que la Parca era la personificación misma de la muerte y que su existencia era necesaria para mantener el equilibrio en el universo. Sin embargo, ninguna respuesta satisfacía el anhelo de la Parca por conocer su propio destino.
Finalmente, llegaron a un templo oculto en una tierra perdida, donde una antigua deidad los esperaba. Esta deidad, conocida como Anubis, era el guardián de los muertos y tenía el poder de revelar la verdad sobre la muerte de la Parca.
Anubis explicó solemnemente que la muerte de la Parca era posible, pero solo a través de un sacrificio supremo. La Parca tendría que renunciar a su inmortalidad y entregar su propia esencia a cambio de descubrir lo que yacía más allá de su existencia.
Ante esta revelación, la Parca se encontró frente a una elección imposible. Miró a Elena, su fiel compañera, y supo que no podía permitirse perderla. Su decisión estaba tomada. La Parca decidió seguir existiendo como la personificación de la muerte, sabiendo que nunca conocería su propio destino, pero valorando la importancia de su papel en el equilibrio de la vida y la muerte.
Con el corazón pesado pero con un sentido renovado de propósito, la Parca y Elena regresaron al mundo de los vivos. La Parca, agradecida por la ayuda y la lealtad de su amiga, prometió respetar y honrar cada vida que tocara.
Y así, la Parca continuó su tarea eterna, segando las
vidas cuando llegaba su hora, pero también recordando la valiosa lección aprendida: que el misterio de la muerte es un regalo que solo puede ser comprendido en su inquebrantable presencia.
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